El Ateneo cumple 110 años y lo festeja en una tarde única con charlas, firmas y actividades infantiles, el próximo sÔbado 24 de septiembre en El Ateneo, Florida 340.
Conocé todos los detalles de este históric evento: LA PRIMAVERA DE LAS LETRAS
CHARLAS
PRIMER PISO – AUDITORIO
12,30 | Criar sin morir en el intento | Carolina Mora |
Coordina: Carolina Genovese | Aldana Contrera e Ileana Contrera | |
Carina Schwindt y Mariana FernƔndez | ||
Valeria Becerra | ||
14,30 | Me quiero y quiero bien | Virginia Busnelli |
Coordina: Carolina Genovese | Patricia Faur | |
Helena Estrada | ||
16,30 | Un amor de novela | Florencia Vercellone |
Coordina: | Laura Miranda | |
Marina von der Pahlen | Erica Vera | |
MarĆa Border | ||
Carlota del Campo |
FIRMAS
PB PUERTA | PB ESCALERA | ENTREPISO PISO BRIOCHE | ENTREPISO MĆSICA | |
14 | Cristian Acevedo | Leandro Vesco | Jason Wilson | Valeria Becerra |
15 | Luz Larenn | Florencia Vercellone | Laura Miranda | |
16 | Daniela de LucĆa | Guillermina Lopata | ||
17 | Gloria CasaƱas | Rosario Oyhanarte | ||
17.30 | Erica Vera |
ACTIVIDADES INFANTILES
SUBSUELO
14 | A otro lugar | Narración a cargo de Antonella Rocchi |
Con presencia de la autora Carolina Mora | ||
15.30 | La guerra de las granjas | Narración a cargo de Antonella Rocchi |
Con presencia del autor Alexiev Gandman | ||
Una lĆnea tan invisible como necesaria une a las editoriales con las librerĆas. Por un lado, hay debates, ideas, información, fantasĆas que nacen de los autores para convertirse en esos objetos maravillosos ālejos de ser reemplazados, pese a todos los pronósticosā que son los libros. Pero para que este camino se recorra, deben encontrar a sus destinatarios naturales, los lectores, tan frecuentadores de librerĆas.
No son muchos los ejemplos en los que editorial y librerĆa compartan nombre e historia. Tal es el caso de El Ateneo, que se inauguró produciendo libros y poniĆ©ndolos a disposición del pĆŗblico allĆ” por 1912. La librerĆa abrió sus puertas en septiembre de ese aƱo, y su primera sede estuvo en la calle Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) 653, entre PerĆŗ y Chacabuco, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires.
El marco era una Argentina próspera, en plena expansión, con una población Ć”vida de información y preocupada por cultivarse. Algo en lo que colaboraban la educación obligatoria y el deseo de los inmigrantes por incorporarse a la nueva realidad que les tocaba vivir. A ese paĆs llegó Pedro GarcĆa, inmigrante de origen espaƱol, nacido en LogroƱo, quien de algĆŗn modo quiso devolver el entraƱable amparo que le dio su paĆs de adopción. Y que terminó por ser conocido como Ā«el as de los libreros de AmĆ©ricaĀ».
Los primeros rumbos
GarcĆa llegó a la Argentina luego de que su hermano mayor, que habĆa emigrado diez aƱos antes, le ofreciera rearmar la familia del otro lado del AtlĆ”ntico. Puesto muy pronto a librero, GarcĆa fue sabiendo, a travĆ©s de sus contactos, sobre todo, en el mundo de la medicina, que habĆa libros imprescindibles que no se conseguĆan en el paĆs.
El ideario socialista āal que adherĆa Pedro GarcĆa, ferviente republicanoā hacĆa a principios del siglo XIX un fuerte hincapiĆ© en las cuestiones de la salud pĆŗblica y de lo que se conoció como Ā«higienismoĀ», serie de hĆ”bitos y prĆ”cticas destinadas a mejorar la calidad de vida de la población. De allĆ, surgieron los primeros vĆnculos de El Ateneo con la medicina, que terminarĆa por ser el punto fuerte del catĆ”logo de la editorial.
En busca del material que le indicaban sus asesores ad honórem, GarcĆa emprendió varios viajes a Europa, en especial, a Francia, en busca de esos textos, que al principio la editorial ofrecĆa en su versión en lengua extranjera, para luego traducir y convertir muchos de ellos en material de consulta obligatoria para el gremio mĆ©dico.

Un nombre con sentido
Un catĆ”logo del aƱo 1922 da cuenta de mĆ”s de dos mil libros puestos a disposición y, a la vez, funciona como un documento de los principales intereses de los lectores argentinos por aquellos aƱos. Por un lado, se nota la impronta espaƱola del fundador, porque existe un Ćtem titulado Ā«Literatura cervantinaĀ». La lista se abre con una compilación de textos sobre el Quijote, firmada colectivamente como Ā«El Ateneo de MadridĀ». La institución, fundada en la capital espaƱola en 1835, que perdura hasta hoy, organiza toda una serie de actividades destinadas a la difusión de las ciencias y las letras. No es improbable que este modelo haya servido de inspiración para Pedro GarcĆa cuando eligió el nombre de su librerĆa y su editorial.
Al fin y al cabo, habĆa un espĆritu en comĆŗn entre El Ateneo espaƱol, profundamente democrĆ”tico, al punto que fue cerrado en la dĆ©cada de 1930 por la dictadura de Primo de Rivera, y esa librerĆa interesada en mejorar el nivel cultural argentino, y que reunió en sus salones, a lo largo de los aƱos, a lo mĆ”s granado de la intelectualidad nacional. La contratapa de ese catĆ”logo de 1922 ofrece a Ā«los cultores del arte y las letrasĀ» el muy ilustrado Museo espaƱol de Antigüedades, a 600 pesos, una obra carĆsima para los cĆ”nones de ese momento, en que un libro rondaba los 20 pesos.
Por otro lado, en su afĆ”n de llegar con libros a mĆ”s personas, GarcĆa habĆa implementado un sistema de cuentas corrientes que les permitĆa a los clientes llevarse los libros y pagarlos a medida que su economĆa se los permitĆa. Hubo varios que no cumplieron con sus deudas (uno de esos deudores fue AgustĆn P. Justo, presidente entre 1932 y 1938), pero eso no limitó el uso del sistema, al menos hasta que la inflación empezó a hacer estragos en la economĆa nacional.
A esta modalidad, se sumaban los catĆ”logos que permitĆan a lectores del interior del paĆs o, incluso, de otros paĆses de habla hispana pedir que se les enviara libros por correo. A su vez, la librerĆa era un lugar en el que GarcĆa no se daba mĆ”s descanso que salir de vez en cuando a tomar algo con sus hijos, que cada tanto iban a buscarlo.
Adriana Hidalgo, nieta de GarcĆa, contó una vez que su madre recordaba esas salidas como una fiesta familiar y uno de los pocos momentos en que su padre se permitĆa distenderse. TambiĆ©n habla de los inventarios, ceremonias contables, en los cuales un empleado recorrĆa la sala lapicera en mano, mientras otro se subĆa a los estantes para vocearle los tĆtulos. Dos dĆas al aƱo, la librerĆa cerraba sus puertas.
Los primeros libros que salieron de la imprenta contratada por El Ateneo fueron las Bases, de Juan Bautista Alberdi, y Vida de Franklin, del historiador francĆ©s FranƧois Mignet, que habĆa tenido una primera impresión hacia 1870 en EspaƱa y que, seguramente, formó parte de las lecturas juveniles de Pedro GarcĆa. Un personaje, por otra parte, muy emblemĆ”tico para un inmigrante que habĆa llegado al paĆs para hacerse a sĆ mismo sobre la base de mĆ©ritos y esfuerzo, como enseƱa el patriota norteamericano. La fecha que anuncian ambos en su portada es 1913, con lo cual queda claro que librerĆa y editorial eran parte de un mismo proyecto.
En 1917, la librerĆa se traslada a la arteria porteƱa mĆ”s transitada y elegante, instalĆ”ndose en Florida 371. Luego, en 1932, la empresa abre una sucursal en Córdoba 2099, frente a la Facultad de Medicina. En ese momento el catĆ”logo de Ciencias MĆ©dicas de Editorial El Ateneo ya era de singular importancia, tanto en el paĆs como en el exterior.
Al cumplirse las Bodas de Plata, en 1938, El Ateneo se traslada al tradicional edificio de Florida 340, un suntuoso local de varios pisos, propiedad de uno de los primeros magnates de la industria del cine, Max Glucksmann, quien, por esos azares que terminan por no serlo tanto, tambiĆ©n era propietario de la sala del Grand Splendid, donde se instalarĆa El Ateneo en un local ubicado entre las mĆ”s hermosas librerĆas del mundo.
Ya con la mudanza a Florida 340 y ayudado por la amplitud y la elegancia del edificio art nouveau, El Ateneo se transformó en un lugar imprescindible para cualquiera que tuviera que ver con los libros. Una frase, repetida como un latiguillo por entonces, daba cuenta de esa situación: «Lo que estÔ, estÔ en El Ateneo».
El escritor mexicano Carlos Fuentes dijo que a los quince aƱos compró su primer libro de Borges en El Ateneo. TambiĆ©n el local fue acompaƱando la pujanza de la industria editorial. La Guerra Civil EspaƱola habĆa traĆdo al paĆs a toda una serie de industriales del libro y, ante la severa censura franquista, la Argentina se convirtió en el primer polo editorial en lengua hispana. AquĆ se traducĆan las obras contemporĆ”neas y se difundĆan los clĆ”sicos.
El Ateneo tuvo tambiĆ©n su colección, en la que se podĆan ver tĆtulos como la Divina Comedia, el Decamerón, los ensayos de Montaigne y una lista de textos selectos que iba de Shakespeare a RubĆ©n DarĆo y de Maquiavelo a Homero. La librerĆa quiso facilitar el acceso de los lectores a un material tan vasto, e implantó la prĆ”ctica de colocar mesas de novedades que permitieran descubrir tĆtulos a primera vista en reemplazo de la prĆ”ctica de recorrer anaqueles en los cuales muchas veces era difĆcil guiarse. Esta constante ampliación del catĆ”logo en diferentes direcciones no fue obstĆ”culo para que durante dĆ©cadas el fuerte de El Ateneo fueran los libros de Medicina.
Un catĆ”logo publicado en 1987 con motivo del 75o aniversario de la editorial muestra mĆ”s de mil tĆtulos de la especialidad de edición propia y de diferentes sellos (todo lo que consultaba el gremio mĆ©dico por entonces) y, entre los asesores, habĆa prestigiosos mĆ©dicos e investigadores como los ganadores del Premio Nobel Bernardo Houssay y Luis Federico Leloir.
Alrededor de un libro
AdemĆ”s, algo ha distinguido desde el comienzo a los locales de El Ateneo, y se mantiene hasta hoy, como una marca. No se trata solo de vender libros, sino de que el libro funcione como un instrumento de reunión y que la librerĆa se convierta en un espacio cultural y de intercambio.
Eso llevó a que en las librerĆas El Ateneo se instalara la costumbre de un cafĆ© dentro de los locales. AllĆ es posible hojear libros, encontrarse con amigos, acercarse de pronto a algĆŗn autor que frecuenta el lugar, matizar la espera con una buena lectura, y elegir el libro que queremos comprar con el tiempo suficiente como para saber quĆ© nos estamos llevando.
En el mismo sentido hay, en muchos locales, un espacio destinado a los niƱos. La idea es que en ellos se den, con el acompaƱamiento familiar, los primeros acercamientos de los chicos a los libros.
En el local de Florida 340, se reunĆan numerosos autores en las denominadas Ā«PeƱas de EscritoresĀ», posteriormente, llamadas Ā«PeƱas de la AmistadĀ». AllĆ era posible encontrar a escritores de las mĆ”s diversas procedencias y adscripciones estĆ©ticas e ideológicas, y es de suponer que mĆ”s de una vez esos encuentros no deben de haber sido del todo pacĆficos.
Eran habituĆ©s de la librerĆa Manuel Mujica LĆ”inez, Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea, Horacio Quiroga, Victoria Ocampo, JuliĆ”n Centeya, Conrado NalĆ© Roxlo, Leopoldo Marechal, Martha Lynch, Ezequiel MartĆnez Estrada, Roberto Giusti, MarĆa Elena Walsh, Juan Filloy y HĆ©ctor A. Murena, entre otros. Con el tiempo, la librerĆa recibió a personajes tan disĆmiles, pero hermanados en la pasión por los libros, como el expresidente uruguayo JosĆ© MarĆa Sanguinetti, HĆ©ctor Larrea, NicolĆ”s GuillĆ©n, Alejandro Apo e, incluso, Ray Bradbury.
En 1968, cuando empezaban a correr nuevos aires en el paĆs, luego del oscurantismo de los primeros aƱos de gobierno militar, desde El Ateneo se lanzó la Ā«Primavera de las LetrasĀ», una creación de Francisco Gil, quien habĆa ingresado a trabajar en la librerĆa como cadete, en 1931, y permaneció en ella durante cincuenta aƱos.
Durante esas jornadas, una gran cantidad de escritores firmaba ejemplares de sus libros. Eso favorecĆa el diĆ”logo con los autores, muchos de los cuales se encontraban por primera vez con la opinión de los lectores. Marechal, un entusiasta participante de estos acontecimientos, comentaba, entre risas, el reto de una lectora por lo que consideraba un error de ortografĆa en el tĆtulo de AdĆ”n Buenosayres. La Ā«Primavera de las LetrasĀ» es considerada el principal antecedente de la Feria Internacional del Libro, de la cual Eustasio GarcĆa, sobrino de Pedro GarcĆa, fue primer presidente ejecutivo.
Otro de los importantes emprendimientos de la editorial fue la Enciclopedia (en doce tomos) y el Diccionario enciclopédico (en cinco tomos). Un enorme esfuerzo a cuya producción se destinó un piso entero del local de Florida 340.
AllĆ trabajaban redactores, editores, diseƱadores. Uno de ellos, Julio Orione, contó una vez que habĆan recibido la divertida carta de un lector de la enciclopedia que decĆa: Ā«Hago llegar a ustedes mi protesta porque los tomos de la Enciclopedia son muy grandes y pesados para llevarlos a la camaĀ». De alguna manera, a travĆ©s del humor, se revela la magnitud de aquella obra que buscaba dar cuenta de todas las Ć”reas del saber y que se volvió de consulta indispensable hasta que las enciclopedias dieron paso a Internet.
A partir de 1998, Grupo Ilhsa (de capitales nacionales) adquirió El Ateneo, ya con la cadena Yenny en su haber. Desde entonces ha iniciado un plan de expansión, comenzando a abrir nuevas sucursales a partir del año 2000. Desde la adquisición por parte de Grupo Ilhsa, la editorial emprendió un plan de renovación de su catÔlogo.
Durante los primeros aƱos de este siglo, creó colecciones con textos sólidos y amenos, en asociación con editoriales internacionales de primer nivel como Grasset, Gallimard, Rizzoli, Gallucci, Dorling Kindersley y Wiley, entre otras. AsĆ, se desarrollaron biografĆas, tanto de personajes del pasado como de figuras contemporĆ”neas: de MoliĆØre a Astor Piazzolla, de Maria Callas a Lula da Silva, de Napoleón a Daniel Barenboim.
El catĆ”logo de esos aƱos tambiĆ©n incluĆa traducciones de grandes obras de la literatura universal adaptadas para el pĆŗblico juvenil, libros de divulgación histórica, de investigación periodĆstica y ensayo, con plumas como la de Oriana Fallaci, y grandes Ć”lbumes y libros de referencia ilustrados. Un particular hito de ventas de esa Ć©poca lo conformaron los libros de VĆctor Sueiro, con cientos de miles de ejemplares vendidos.
El cambio de dĆ©cada trajo la incorporación de la colección de literatura argentina Litterae, en la que convivieron autores consagrados y noveles. En ella se publicaron tanto obras clĆ”sicas, como Los pichiciegos, de Fogwill, como las ganadoras del Premio Internacional de Novela Letra Sur, que la editorial coauspició e incluyó textos de escritores inĆ©ditos, como Glasgow 5/15, de Isabel de Gracia. El jurado estaba integrado por Claudia PiƱeiro, Juan Sasturain y MartĆn Kohan.
El bicentenario de la independencia argentina fue la ocasión para lanzar la Biblioteca del Bicentenario, con catorce libros con el pensamiento polĆtico desde la generación de mayo hasta el desarrollismo. Junto con este trabajo de recuperación documental, se publicaron siete Ā«breves historiasĀ», cada una dedicada a un aspecto histórico clave, escritas por los mĆ”ximos referentes en cada tema, como la Breve historia de la sociedad argentina, que serĆa el Ćŗltimo libro de FĆ©lix Luna, o el Panorama histórico de la literatura argentina, por NoĆ© Jitrik.
En la actualidad, la editorial mantiene vivo el propósito fundante de que los lectores se encuentren con los libros, cualesquiera sean sus intereses.
Con la convicción de que hay un libro para cada persona, ha construido un catĆ”logo con colecciones que van de la ficción a la superación personal, de la divulgación histórica a libros de arte, de biografĆas a libros infantiles, entre los que se encuentran los dos mĆ”s elegidos como los favoritos a nivel mundial dentro de este gĆ©nero: El Principito, de Antoine de Saint-ExupĆ©ry, y Mi planta de naranja lima, de JosĆ© Mauro de Vasconcelos. Cabe destacar que la editorial ha sido la primera difusora en castellano de la obra de ese entraƱable escritor, y que en su homenaje creó el Premio de Cuento infantil Ā«Mi planta de naranja limaĀ».
En los archivos hay Ā«joyasĀ» como los contratos firmados por el propio autor, leĆdo por millones y tan querido en nuestro paĆs, en su Brasil natal y en toda AmĆ©rica Latina.
Como en sus comienzos y sin olvidar cuĆ”les fueron sus primeros libros, mantiene vivo el catĆ”logo de medicina, que continĆŗa actualizĆ”ndose y siendo un faro para la disciplina en el mundo hispanohablante. La editorial da cuenta de su tradición aun desde un detalle como el ISBN, el nĆŗmero internacional que identifica a cada libro: es dueƱa del prefijo del editor 02, lo que prueba que fue la segunda editorial registrada del paĆs.
AsĆ como el local de Florida 340 fue dedicado a Jorge Luis Borges, la librerĆa ubicada donde antes se hallaba el cine Grand Splendid honra la memoria de Ernesto Sabato. Son dos mil metros cuadrados, con cuatro niveles, ademĆ”s de la cafeterĆa.
Ahora no se trata solo de libros. Hay a disposición de un pĆŗblico con intereses diversificados una sección de mĆŗsica (con CD y vinilos) y otra de DVD en la que predominan los clĆ”sicos. No fue fĆ”cil adaptar una sala cinematogrĆ”fica a las exigencias de una librerĆa si se toma en cuenta el esfuerzo realizado por mantener el estilo del lugar.
Dice una nota del diario britĆ”nico The Guardian, en la que se coloca a El Ateneo Grand Splendid en el segundo lugar entre las librerĆas mĆ”s bellas del mundo: Ā«El Ateneo retuvo su antiguo esplendor, con su cĆŗpula pintada, los balcones originales y la ornamentación intacta. Hasta el telón de terciopelo es parte del show. Hay sillones repartidos, el escenario se usa como espacio de lectura y cafĆ© y, todavĆa mejor, los palcos se utilizan como pequeƱas salas de lecturaĀ».
La lista de artistas y escritores que han participado en actividades āconferencias, recitales, mesas redondas, debatesā es inmensa. Basta con citar algunos nombres para dar cuenta de su variedad y trascendencia: Ernesto Sabato, Mario Benedetti, Rosa Montero, Mario Vargas Llosa, Slavoj Žižek, León Gieco, Fito PĆ”ez, Gustavo Santaolalla, AdriĆ”n Iaies, Les Luthiers, Alejandro Dolina, Ken Follett, Isabel Allende, Liniers, Quino, Abelardo Castillo, Alan Pauls, Hebe Uhart, Chayanne, Abel Pintos, Soda Stereo, Luciano Pereyra, Paula Hawkins, Escalandrum, entre muchos otros.
Esta diversidad refleja de algĆŗn modo la que proponen los libros, distintos universos e ideas que pueden convivir en un espacio pĆŗblico del mismo modo que los libros en un anaquel.
A lo largo de los aƱos, se han abierto mĆ”s sucursales en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, en Florida 632 y en la emblemĆ”tica esquina de Cabildo y Juramento. TambiĆ©n en las principales ciudades del interior, como La Plata, Rosario, Córdoba y San Miguel de TucumĆ”n. En el mismo sentido, la librerĆa virtual www.tematika.com permite acceder a volĆŗmenes de todas las editoriales desde cualquier punto del paĆs o del mundo.
En cuanto a la editorial, recientemente ha habido una vuelta a los autores nacionales, en todos los gĆ©neros y contenidos: mujeres y varones que escriben e ilustran desde Buenos Aires, pero tambiĆ©n Córdoba, NeuquĆ©n, TucumĆ”n, Venado Tuerto, Mar del Plata, Concordia, entre otras ciudades. La editorial tiene sede en Buenos Aires, pero espĆritu federal, tambiĆ©n en las campaƱas solidarias de donaciones y en la difusión de sus libros con el flamante programa Ā«El Ateneo visita tu escuelaĀ». Y sigue llevando el talento de sus autores a los eventos mĆ”s significativos: ha participado de todas las Ferias Internacionales del Libro de Buenos Aires, y con una enorme frecuencia en otras del mundo, como Frankfurt y Guadalajara.
Por todo esto, y con motivo de su 110° Aniversario, El Ateneo relanza «Primavera de la Letras» en El Ateneo Florida 340, manteniendo vivo el propósito fundante de que los lectores se encuentren con los libros, cualesquiera sean sus intereses.