Skay cumple 60 años

Eduardo Skay Beilinson, uno de los guitarristas más trascendentes e influyentes del rock argentino, creador de una serie de riffs imborrables en Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, cumplirá 60 años mañana, domingo 15 de enero.

Nacido en La Plata en 1952, Eduardo comenzó de muy joven a fascinarse por la música ya que a los 12 años, cuando recién aprendía a tocar la guitarra, captaba la radio uruguaya El Espectador para escuchar el programa «Beatlemanía».
Skay recibía clases de guitarra clásica y de folclore argentino y rápidamente le exigió a su profesor aprender los «yeites» y acordes de los temas de Los Beatles, Rolling Stones, Animals y todo el «mersey beat» -así se denominaba a todas las bandas contemporáneas al grupo de Liverpool-, además de los estadounidenses Byrds.
Beilinson se construyó su primera guitarra y mientras viajaba a Sudáfrica en barco con sus padres, ganó un concurso tocando el instrumento. El premio era un pasaje a Europa, que un año más tarde se transformó en un viaje iniciático junto a su hermano Guillermo.
A fines del 68 llegaron al Barrio Latino de París y participaron de las revueltas estudiantiles de ese año hasta que se fueron a Londres, donde comenzaron a acudir a todos los bares donde se tocaba rocanrol: la vida de Skay cambió cuando presenció un show de Jimi Hendrix, al que considera su máxima influencia.
Skay debió volver al país a raíz de un llamado de sus padres, pero lo hizo acompañado por un amplificador Marshall, una guitarra Grestch, un wah wah, un distorsionador y cargado de discos de Hendrix, Cream, Pink Floyd y Vanilla Fudge.

Por esos días conoció a Carmen Castro, conocida como la «Negra Poli», el otro vértice del triángulo que luego le daría forma a los Redondos junto con Carlos Indio Solari.
Comenzó a vivir en comunidades hippies en un baldío de La Plata, luego en la ciudad de Pihué, más tarde en Tolosa y durante mucho tiempo en la ciudad mendocina de San Rafael. En ese peregrinaje, Skay y Poli se hicieron amigos de los integrantes de la comunidad La Cofradía de la Flor Solar, que también tenía un grupo de rock.
Esa banda tenía como artista plástico de sus movidas a Rocambole y como músicos a Kubero Díaz, Morcy Requena y Manija Paz, con los que Skay comenzó a tocar rocanrol, blues y música psicodélica.

Con ellos y otros músicos más formó el grupo Diplodocum Red & Brown (llegó a grabar un simple en 1970), con los que llegó a presentarse en el Instituto Di Tella.
En el año 74 conoció a quien sería su complemento artístico, Carlos Indio Solari y juntos empezaron a componer temas como «Mariposa Pontiac» y «Un tal Brigitte Bardot», mientras caía el gobierno democrático y comenzaba la sangrienta dictadura militar, régimen que los obligó a esconderse en lugares del interior de la Argentina.
Los Redondos continuaban siendo un colectivo artístico y sus presentaciones incluían performances donde se mezclaban estéticas de cabaret, vodevil, rock, teatro, plástica y cine.

Luego de muchas idas y vueltas, de músicos que entraban y salían, el grupo comenzó a tocar en los pubs platenses y porteños hasta armar un repertorio con el que decidió trabajar en forma independiente de los sellos discográficos y el marketing y convertir eso en una postura irreductible.
En diciembre de 1984 grabaron su primer disco, «Gulp», en los estudios de MIA, con Lito Vitale como operador y músico invitado, y el dinero para esta producción provino de un pozo común formado por un porcentaje de las ganancias de cada show, mientras que la distribución comercial corrió por cuenta de Poly.
Varios años después firmarían un convenio de distribución con Belgrano Norte, con cuyos dueños mantenían cierta afinidad y buena relación.
A casi ocho años de su nacimiento, Los Redondos comenzaban a ser conocidos masivamente, con temas como «Barbazul versus el amor letal», «La bestia pop» o «Ñam fri fruli fali fru», algunos de los cuales eran inéditos y otros figuraban en «Gulp».

Por esos años, se hicieron un nombre en la escena under al tocar en el Parakultural, Cemento, Zero y el Einstein con una formación que incluía a Tito Fargo Daviero en guitarra, el Piojo Abalos en batería, Semilla Bucciarelli en bajo y Willy Crook en saxo.
En el 86, la banda editó un disco trascendente para el rock argentino, «Oktubre», que inició el camino de ascenso a la masividad y que justamente contenía un gran de trabajo de guitarras entre Skay y Tito Fargo en canciones como «Fuegos de Oktubre», «Música para pastillas» y el himno poguero «Jijiji».

Un par de años después salió a la venta «Un baión para el ojo idiota», que obligó a Los Redondos a dejar su camino más independiente y a comenzar a adaptarse al fenómeno de la masividad, ya que el disco figuró entre los más vendidos del año.
Para este álbum, Skay había resuelto cambios en la formación como la salidas de Tito Fargo, de Abalos (reemplazado por Walter Sidotti) y de Crook (para permitir el ingreso de Sergio Dawi).
La convocatoria en ascenso de Los Redondos se multiplicó de la mano de álbumes como «La mosca y la sopa», el doble «Lobo suelto. Cordero atado», «Luzbelito», «Ultimo bondi a Finisterre» y «Momo Sampler».

A lo largo de todos esos álbumes, Skay patentó una serie de riffs y yeites que quedaron grabados en la memoria de un par de generaciones de argentinos, pero además tuvo como consecuencia la creación de bandas que tuvieron a los Redondos como influencias como Los Piojos, La Renga, los Caballeros de la Quema, Viejas Locas y hasta cierta parte del llamado «rock chabón». Luego de varios recitales masivos, las desavenencias internas entre el tándem Skay-Poli y el Indio Solari le pusieron fin al sueño de millones de argentinos.

Casi en silencio, Skay comenzó a trabajar en su proyecto solista llamando al guitarrista Oscar Reyna, al baterista Daniel Colombres, al bajista Daniel Castro y al tecladista Javier Lecumberry, que tocaba en las últimas formaciones de Los Redondos, y grabó el disco «A través del mar de los sargazos». Fiel a su criterio independiente, Skay decidió comenzar de cero, actuando en lugares chicos, recorriendo el país casi en forma anónima y dejando que el Indio, quien también se lanzaba en solitario, se quedara con la masividad del fenómeno ricotero.

Además Skay abandonó cierto otrascismo que caracterizaba a Los Redondos para tocar como invitado de otros músicos y, gracias a la relación entre Poli y el productor José Palazzo, se sumó al Festival Cosquín Rock, cosa que nunca había hecho antes.
En forma solista siguieron los discos «Talismán» (2004), «La marca de Caín» (2007) y «¿A dónde vas?» (2010), en los que Skay sacó patente de compositor con envíos que mejoraron paulatinamente a su antecesor.
Este crecimiento estuvo acompañado por un incremento en el público y de esa manera Skay también se diferenció del Indio en su contacto con la gente, ya que mientras el vocalista prefiere unos pocos conciertos al año, el guitarrista realiza numerosas presentaciones en la temporada.
En vivo, la banda que acompaña a Skay y donde Topo Espíndola ocupó el lugar de Colombres en la batería, alcanzó sonidos notables y se encuentra entre las mejores dela Argentina.

 

Fuente: Telam